Corrupción y tala descontroladas en Edomex | amenazan seguridad hídrica
El Pueblo Tlahuica lanza un llamado de auxilio ante la desaparición de tres embalses en el Parque Nacional Lagunas de Zempoala; expertos reconocen que prevalece tala ilegal fuera de control y pasividad gubernamental; el Bosque de Agua en riesgo serio de desaparecer por voracidad inmobiliaria, corrupción y pasividad gubernamental entre las causas
Por: Ma. Teresa Montaño* | Primera entrega (1/2)
Imágenes: The Observer, periodismo y verificador del discurso público y Ma. Teresa Montaño.
Edomex.- Al menos seis mil hectáreas de bosques de oyamel han desaparecido en el parque nacional Lagunas de Zempoala, donde el saqueo ilegal de madera, autoridades omisas, mega obras inmobiliarias ligadas a la corrupción gubernamental, autopistas y el cambio climático, se han combinado hasta consumir por completo tres de sus embalses.
Al inicio de esta primavera las lagunas Coyotongo y Petronilos, desaparecieron; Atescapa agoniza y la Compila se ha secado este año.
Para el investigador Víctor Ávila Akerberg, del Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales (ICAR) y quien lleva 20 años monitoreando el Bosque de Agua, la causa del desastre se encuentra detrás de diversos factores atribuibles a alteraciones climáticas mundiales y locales -inducidas por la tala y el urbanismo-, pero también a omisiones y negligencia de autoridades estatales y federales para detener la tala ilegal.
Pero para Nicolás Hernández Alberto, uno de los comuneros ambientalistas que heredó junto con otro puñado de campesinos, la lucha que encabezó hace 20 años el emblemático ambientalista Idelfonso Zamora, la razón es solo una: el saqueo sin castigo de los montes y laderas de San Juan Atzingo, el corazón tlahuica del Bosque de Agua, que sigue latiendo. Exhausto.
Si bien no existe un inventario actualizado de la situación que guarda la biodiversidad del Bosque de Agua, los pronósticos del especialista son reservados: "De continuar las prácticas extractivistas de sus recursos, se hará imposible vivir en la capital en 25 años. Ya no habrá agua, su reservorio principal está a punto de tronar", alertó.
Actualmente esa extensión de bosques que se dispersa fragmentado a través de la reserva de Los Dínamos de Ciudad de México y las inmediaciones del Parque Nacional La Marquesa, hacia el norponiente por Naucalpan y Huixquilucan, más allá fraccionado por el trazo de la México-Toluca, y siguiendo hacia el sur por San Juan Atzingo, Estado de México y más al sur por los rumbos de Huitzilac, en Morelos, proporciona agua a 25 millones de personas.
Además, el Bosque de Agua del que forman parte el Parque Nacional Lagunas de Zempoala (decretado así el 27 de noviembre de 1936), no solo es la principal batería de suministro del vital líquido para enormes poblaciones del centro del país como Cuernavaca, Ciudad de México (CDMX) y el Valle de Toluca, al proveerles el 70% del agua que consumen, también alberga y sostienen el 10% de la biodiversidad nacional, incluyendo entre dos mil 500 y tres mil especies de plantas.
Esto lo logra a través de un complejo y al mismo tiempo sencillo ciclo del vital líquido que depende de sus conglomerados de oyamel, explicó el experto.
La razón es que estas coníferas funcionan como "antenas de nubes", ya que con sus 40 metros de altura en promedio, atraen las nubosidades para luego, cuando caen como lluvia sobre sus densas copas, retener la humedad y filtrarla lentamente al subsuelo mediante otra rica biodiversidad con la que interactúan -por ejemplo los esponjosos musgos-, para irla liberando lentamente hacia el subsuelo.
Se estima que hasta el 41% de la lluvia que captaron arriba los oyameles se filtra abajo y el proceso termina con los manantiales que se forman a partir de la filtración en los bosques, hasta abastece mantos freáticos, manantiales, ríos, arroyos y lagunas, que luego descienden a las poblaciones mediante otra red de tuberías y llaves.
Pero las llaves del cielo han comenzado a cerrarse sobre el Bosque de Agua. Las "antenas" que lo mantienen conectado al sistema hidrológico que arranca en las alturas con la humedad que atraen, desaparecen aceleradamente para convertirse en muebles y polines.
IMPACTOS ECOLÓGICOS
La desaparición de tres embalses en el Parque Nacional Lagunas de Zempoala, es uno de los primeros síntomas graves de la alteración y fragmentación acelerada que presenta en general el Bosque de Agua, como resultado de la tala ilegal, el urbanismo y los incendios, algunos provocados deliberadamente, advierten los campesinos durante una visita a la zona.
Akerberg coincide, pero también agrega otros elementos que han agravado aún más el fenómeno de la tala fuera de control: el cambio climático y la expansión de las ciudades, junto con las enormes obras de comunicación.
Cita como ejemplo, la nueva autopista a Naucalpan-Toluca que terminó por fragmentar el bosque sagrado Otomí-Mexica y partir por completo la comunidad indígena de San Francisco Xochicuatla; esto pese a sentencias que ordenaban la suspensión de las obras y una recomendación al gobierno de Alfredo del Mazo por parte de la ONU (en 2017), para cambiar el trazo de la vía.
Paulino Neri Carlos, otro ejidatario de San Juan Atzingo, asegura que de las 18 mil 830 hectáreas que integran el territorio del pueblo tlahuica, incrustado en medio del Bosque de Agua, al menos 13 mil hectáreas son bosques, o eran.
En sus estimaciones al menos seis mil 500 hectáreas del parque Lagunas de Zempoala, han terminado en alguno de los 14 aserraderos "clandestinos" que operan en la zona, sin que ninguna autoridad haga nada al respecto, ni responda a sus continuos reclamos, quejas y denuncias.
Para Paulino, es inentendible la omisión gubernamental, a pesar que sus bosques abastecen de agua a millones de personas.
“Siempre nos dicen que las carpetas están mal integradas”, relata.
No obstante, en algunas de estas denuncias ante autoridades estatales y federales, los ejidatarios han aportado nombres y domicilios de los taladores; ubicación de aserradores y sus operadores, modus operandi y georreferenciación de estas bandas que controlan la tala en las inmediaciones de las Lagunas de Zempoala, pero ni eso ha servido.
“No ha habido respuesta de nuestras autoridades. Nos salen con que las carpetas no están bien integradas. Hoy 18 mil hectáreas de bienes comunales, han sido devastadas, un promedio de seis mil hectáreas, a nosotros nos preocupa porque no hay interés en ningún gobierno, del Estado de México como federal. Estos bosques reditúan el agua que se distribuye a varios municipios de Morelos y CDMX y comunidades del municipio de Ocuilan. El municipio hace caso omiso y hasta la fecha no hay ningún avance del municipio o medida para combatir este ilícito”, indicó
Paulino también asegura desconocer qué hace la Protectora de Bosques del Estado de México (Probosque), el supuesto organismo creado en la década de los 80´s para preservar las zonas forestales y reservas de la entidad.
Consultado al respecto, el organismo que encabeza Gabriel Mena Rojas, ex coordinador de delegaciones de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en el gobierno de Enrique Peña Nieto, no respondió los cuestionamientos planteados con motivo de esta investigación, los cuales se hicieron llegar por los canales de comunicación social al gobierno mexiquense.
Tampoco respondió la Comisión Nacional del Agua (Conagua), a quien se solicitó una entrevista con el responsable de área y se entregó el cuestionario relacionado con la desaparición de las lagunas; la gestión se hizo con Fernando Melo, director de información.
Durante más de un mes, desde el 22 de marzo pasado a la fecha, no se obtuvo ninguna respuesta. Solo evasivas y simplemente dejó de contestar los recordatorios por WhatsApp.
Igualmente, tampoco respondió el secretario de medio ambiente del gobierno estatal, Jorge Rescala, uno de los responsables de revertir la categoría de Parque Natural a Área de Protección de Flora y Fauna al Nevado de Toluca en 2013, durante el gobierno de Enrique Peña, lo que ha acelerado la devastación de sus bosques y la especulación de sus tierras, de acuerdo con lo declarado por la ambientalista Angélica Hernández, experta en el Xinantécatl.
Sobre este punto la especialista destacó que el cambio de status en el Nevado, no ha dado los resultados esperados, sino todo lo contrario, está siendo devastado por la tala ilegal, la renta de terrenos para sembrar papa y otros cultivos en zonas no autorizadas; los incendios, el pastoreo y el saqueo desmedido de sus recursos al igual que el Bosque de Agua y las Lagunas de Zempoala. Un desastre.
Ante la falta de respuestas oficiales sobre lo que ocurre en el bosque tlahuica, solo quedan las evidencias de la tala ilegal en tierra y las versiones de los indígenas, mientras que desde el punto de vista del experto de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), es evidente que faltan “actos de autoridad” decisivos para acabar con la tala.
“Pues si tiene que ver obviamente con decisiones políticas, pues porque no se le ha dado la importancia que esto merece. Todo mundo sabe en las diferentes regiones del Bosque de Agua pues hasta los nombres y las direcciones de donde viven las personas detrás de la tala ilegal y extracción ilegal de otros recursos naturales, pero pues no se ataca. Entonces aquí, pues no sé qué es lo que está pasando, si hay temor y ya es como una mafia y la misma autoridad no quiere actuar, o hay complicidad, la verdad es que es tan evidente, y pues dice uno ¿Qué están pensando, porque no lo hacen, porque no actúan?”, señala.
Refirió que además de la madera, también se están sustrayendo cantidades extraordinarias de tierra negra, hongos, agua –que se está privatizando y adjudicando a empresas privadas y embotelladoras-, e incluso especies menores con las que se trafica, como los colibríes y plantas como el musgo y henos en diciembre. Esto tiene que acabarse, señala.
Adicionalmente datos de la Protectora de Bosques (Probosque) disponibles en su página oficial, revelan que los bosques de la región donde se ubica las Lagunas de Zempoala, ocuparon el segundo lugar en incendios apenas en 2021, con 106 conflagraciones y mil 345.20 hectáreas afectadas; mientras que a nivel nacional la entidad ocupa el cuarto lugar en incendios forestales.
Frente a este panorama, el experto en el Bosque de Agua estima que alrededor del 10% de sus especies están en riesgo o enfrentan alguna categoría en ese sentido.
Ante la ausencia de acciones y la indolencia oficial, la suerte de las Lagunas de Zempoala y de 25 millones de humanos, penden de un bosque.
Es marzo. Inicio de la primavera. Cuatro hombres de huaraches y sombrero de San Juan Atzingo bajan por una sinuosa vereda desde la carretera México-Cuernavaca, hacia esa acuosa esmeralda de bellos reflejos rodeada de cerros boscosos por el frente, rapados por atrás.
En fila, uno tras otro, descienden hasta las inmediaciones de la Laguna para ver lo que les dejó el más reciente ataque nocturno de las mafias de talamontes que asedian el lugar desde hace más de una década.
La tala se ha incrementado en 200% en estos años sostiene Paulino y agrega que sólo cuando la Guardia Nacional (GN) entra en acción, muy de vez en cuando, la tala baja en 80%, pero hoy los talamontes operan en sus narices.
A solo unos metros del campamento de la GN, llevan y traen madera como lo más normal…
Adelante siguiendo la dirección de la carretera hacia la Ciudad de México, los impactos del saqueo: laderas completas de cerros de más de 500 metros de altura han sido arrasadas por completo, de arriba abajo. Luego les han prendido fuego para quemar las semillas y bloquear la regeneración natural.
Detrás de las menguadas lagunas, otro cerro quedó expuesto por completo, su bosque desapareció en un 100%, aunque en este caso la elevación no se alcanza a captar a simple vista, hay que incursionar a lo profundo del bosque.
Los taladores no se han ocupado de intentar disimular el desastre, enormes trozos de árboles que no alcanzaron a cargar, son abandonados en caminos que abren con equipo especial durante la noche y por donde arrastran las moles en ocasiones de más de 60 años.
También hay amplias laderas quemadas por completo donde mataron la fuente de vida.
Ese día, la comunidad de San Juan Atzingo andaba en otro sector de la reserva, intentando por sus propios medios apagar un incendio.
En el pueblo, allá abajo, hicieron correr la voz de “¡fuego, fuego!” y algunos indígenas, hombres y mujeres llegaron corriendo a la delegación del Pueblo Tlahuica, subieron a vehículos de uso común para acercarse a la zona, luego ascender a pie hasta la conflagración. No llevan equipos, solo ganas, conciencia.
Abel Felipe Zamora, advierte que los taladores no únicamente asolan sus tierras comunales, también provocan incendios para distraerlos, mientras ellos, en algún otro punto distante talan a gran escala apoyados por motosierras, camiones de gran tonelaje, cadenas y guardias armados.
Sostiene que sus comunidades comienzan a recibir los impactos del saqueo a sus bosques, ya no tienen agua o comienza a llegarles menos, algunos arroyos han desaparecido o se han secado por completo. Y esperan que se ponga peor en mayo, dice.
Algunos cultivos de la región también comienzan a resentir la falta de humedad por la pérdida de masa forestal, ya que se nutren y crecen bajo “el sereno”, esa humedad matutina o rocío que se da entre la madrugada y la mañana en las montañas; es el caso de los ejotes o las papas, también algunas flores de ornato.
Al respecto, el especialista revela que la densidad de los bosques es clave para mantener funcionando todo el ecosistema, pues los conglomerados “apretados” de oyameles, son los que hacen el trabajo descrito arriba. Incluso, hasta la sombra que proyectan y sus copas que se entretejen, “encapsulan” la humedad y la temperatura apropiada. Si el bosque pierde su densidad, todo el sistema comienza a resentirse.
El otro impacto es que, de los embalses de este Parque Nacional, la laguna Tonatiahua, la principal, está reducida al 70%, pero en algunas zonas ya quedaron expuestos los bordos de más de un metro y en otros puntos comienza a verse su fondo. El azul turquesa ha sido desplazado por manchones terragosos.
Ahí mismo a un costado, un viejo puente de madera que permitía cruzar una pequeña laguna que los campesinos llamaban “Coyotongo”, se ha esfumado. El puente ya no tiene sentido. La lagunita “Petronilos” también desapareció esta temporada. A lo lejos se observan solo humedades y oquedades de ambas.
Por si fuera poco, otra laguna llamada “Quilas”, también ha desaparecido, pero esto se debe a que sus aguas son aprovechadas por el municipio de Huitzilac, en Morelos, para alimentar comunidades aledañas al Bosque de Agua, explican los campesinos.
En las memorias del pueblo tlahuica se tiene la referencia de 70 lagunas, hasta hace 20 años se contaban 7. Hoy son tres.
Filiberto Ciriaco Gómez, el primer delegado del pueblo de San Juan Atzingo, dice que le preocupan sus hijos y los hijos de sus hijos ya que la tala y el saqueo de sus bosques, están llegando a un punto sin retorno. Ávila Akerberg coincide.
También peligran algunas de las especies endémicas más preciadas por los biólogos en esta zona: el conejo teporingo o “acapuche” y el “ajolote de Zempoala”, ambas en riesgo de desaparecer del planeta para siempre.
El experto, quien recién presentó el documental “Xänthe Dehe”, para escuchar voces representativas de los pueblos del Bosque de Agua ante su inminente pérdida, refiere que el 35% de la superficie forestal original de este enorme ecosistema ya se ha perdido; del Bosque de Zempoala, los campesinos consideran que un tercio se esfumó.
Nicolás Hernández Alberto, quien en 2006 se enfrentó a Enrique Peña de la mano de Idelfonso Zamora –en ese momento presidente de los bienes comunales de San Juan Atzingo-, por la defensa del bosque tlahuica, advierte que ya son 62 años de lucha por defender su territorio, lo que les ha costado muertos, detenciones arbitrarias, torturas, persecuciones constantes, cárcel injusta y pobreza.
Recuerda que por aquellos años bandas de talamontes que para entonces comenzaban a organizarse con la complicidad de autoridades, les quemaron hasta en tres ocasiones un complejo de cabañas rústicas que habían levantado en las inmediaciones de las lagunas para rentarlas a los turistas y allegarse de recursos.
Más tardaban en volverlas a armar completas que los taladores llegaban en masa y les prendían fuego durante la noche; y al siguiente día ya las estaban levantando de nuevo… y así, recuerda.
También en 2007, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando comenzó a dispararse la tala en la zona, el hijo de Idelfonso Zamora, fue “cazado” en el bosque que cuidaba, como le enseño su padre, y asesinado por taladores de la comunidad de Santa Lucía.
En esa emboscada del 5 de mayo del 2007, el otro hijo de Idelfonso, Misael, resultó lesionado. La lucha valiente de Idelfonso por la defensa del Bosque de Agua, donde encabezó las primeras campañas comunitarias intensas de vigilancia, defensa y reforestación del gran Bosque de Agua, fue acompañada por organizaciones internacionales como Greenpeace.
A la fecha, al menos dos de los asesinos de Aldo Zamora siguen prófugos de la justicia y en julio próximo Idelfonso cumplirá dos años de haber fallecido, tras un largo padecimiento de insuficiencia renal que se agravó tras ser encarcelado por delitos fabricados.
Lo que pocos saben es que el hombre detrás de Idelfonso, su compañero silente de lucha, fue Nicolás.
Don Nicolás es un indígena alto, delgado, de 60 años y traductor oficial de la lengua tlahuica, que junto con Zamora y sus compañeros del comisariado, se lanzó a la lucha jurídica para obtener el reconocimiento de los territorios del pueblo tlahuica, entre el 2000 y 2015, hasta lograr los títulos oficiales sobre más de 12 mil 500 hectáreas, además de que siguen peleando otras 6 mil.
Ese flanco de su lucha, abierto por ya casi dos décadas, les ocupaba desde entonces la mitad del tiempo, la otra mitad la dedicaban a sembrar árboles e idear estrategias para combatir la tala, a veces para pelear por cada árbol prácticamente cuerpo a cuerpo contra los taladores.
En alguna ocasión, Idelfonso, Nicolás, Paulino y otro compañero fueron secuestrados por policías estatales a bordo de patrullas. Tras ser golpeados por alrededor de 30 elementos y cuando estuvieron a punto de recibir el tiro de gracia, uno de los indígenas les dijo mirando directo al cañón: “Dispara, pero ya sabemos dónde vive tu familia y quienes son tus hijos”.
Avergonzado el comandante al frente del operativo, suspendió todo.
Ese indígena sagaz, fue Nicolás.
Don Nico recuerda que en el trayecto de esa lucha y cuando Idelfonso se sentía cansado debido a su enfermedad, uno a otro se decían: “vas tú”, y el siguiente tomaba el mando para marcar ruta a los campesinos que sin saber, ya estaban convertidos en activistas ambientales de talla mundial.
Luego cuando se cansaba Nico, Poncho –como lo llamaba Nicolás- decía: voy.
Nicolás en esos años recibió la encomienda de su pueblo de dirigir la lucha jurídica para obtener los títulos del territorio tlahuica, en tanto que Idelfonso llevaba la estrategia vigilante de los bosques. Al recordarlo ahora, el indígena considerado además el mayor experto en México en el idioma tlahuica, se sorprende a sí mismo cuando repara en que ni siquiera él supo cómo es que lo logró, ya que apenas cursó el primer año de primaria.
A pesar de ello, recuerda que por años iba y venía a los juzgados especializados en temas agrarios y a los tribunales o a las fiscalías, sin saber ni entender absolutamente nada y con expedientes debajo del brazo que le costaba trabajo leer.
Tuvo que pedir permiso a su esposa e hijos, para visitar a hermanos de otras etnias en Oaxaca, Sonora y Veracruz, que ya habían logrado los títulos de sus territorios y que le explicaran cosas. También recuerda que en cada ida a los juzgados ponía mucha atención a los términos, hacía anotaciones y a veces pedía que le explicaran.
Más adelante descubrió que el abogado que habían contratado los engañaba y se había corrompido y cuando entendió más de términos jurídicos al fin encontró el camino, despidió al abogado, lo demandó y busco otro. Terminó haciéndose conocido entre magistrados y jueces y sí, logró los títulos del territorio de su pueblo.
Apenas en diciembre pasado San Juan Atzingo se declaró Municipio Autónomo Tlahuica y ahora está concentrado en buscar reconocimiento como el municipio 126 del Edomex, pero buscan lograrlo, advierten, de forma pacífica. Incluso ya tienen una delegación, un cabildo y un ayuntamiento propios.
Y no, no se han rendido.
En la segunda entrega de este reportaje, Teresa Montaño revelará datos alarmantes de la explosiva expansión urbana con sus megaobras y un ambicioso mercado inmobiliario que en los últimos tres sexenios en el Estado de México, ha centrado su atractivo en las zonas boscosas y reservas naturales o sus inmediaciones.
*Ma. Teresa Montaño, es periodista independiente, fundadora de la plataforma The Observer, Periodismo y Verificador del Discurso Público e integrante de la red SafeBox Network de Forbidden Stories